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Trigésimo quinto período de sesiones de la CEPAL

Lunes, 5 mayo, 2014 - 08:30 - Viernes, 9 mayo, 2014 - 18:00

El período de sesiones es la reunión bienal más importante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Ofrece un foro que permite analizar temas relevantes para el desarrollo de los países de la región y examinar la marcha de las actividades de la Comisión.

El documento que la CEPAL dará a conocer en esta ocasión profundizará en la línea de la igualdad de los presentados en sus dos anteriores períodos de sesiones: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir  (2010, Brasilia), y Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada del desarrollo (2012, San Salvador). 

Bajo el título Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, el actual documento de posición plantea los dos grandes retos que enfrenta el desarrollo en América Latina y el Caribe: lograr mayores grados de igualdad y procurar sostenibilidad en la dinámica del desarrollo de cara a las nuevas generaciones.

Caminos de igualdad para América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe enfrenta hoy una encrucijada. Transita históricamente por una senda poco sostenible, de crecimiento insuficiente con altos niveles de desigualdad, con escaso empuje hacia el cambio estructural y, si bien ha gozado de una década auspiciosa, encara hoy un escenario externo cada vez más problemático.

Para asegurar los indiscutibles logros sociales alcanzados es urgente promover, mediante un conjunto renovado de reformas institucionales y de políticas, una nueva senda de crecimiento sostenible con crecientes grados de igualdad.

La hora de la igualdad, Brasilia, 2010

Desde 2010, cuando presentamos en nuestro período de sesiones el documento de posición titulado La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, la CEPAL postula que la igualdad debe ser el principio ético normativo primordial y el objetivo último del desarrollo. Siguiendo el consejo de Prebisch, que nos incitaba siempre a observar antes de pensar, no podemos desconocer el hecho cierto de que nuestra región se distingue por ser la más desigual del orbe.

Sabemos que situar a la igualdad en el centro implica una ruptura con el paradigma económico que ha prevalecido en la región durante al menos tres décadas. A la luz del rostro de nuestro continente, aparece como un imperativo moral. Nuestra convicción es clara: hemos de igualar para crecer y crecer para igualar.

No es un camino sencillo, pero lo creemos impostergable. Procurar la igualdad requiere de un cambio estructural orientado a cerrar brechas sociales y productivas críticas donde no estén reñidos entre sí lo económico, lo productivo, lo social y la sostenibilidad ambiental.

Cambio estructural para la igualdad, San Salvador, 2012

Como reafirmamos dos años después en San Salvador, con un nuevo documento, Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo, nos anima el profundo convencimiento de que la igualdad es el horizonte; el cambio estructural, el camino, y la política, el instrumento. Esta senda requiere una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad. Se trata de ampliar la caja de herramientas para alcanzar un abanico más amplio de objetivos.

Esto implica un cambio de orientación ante las restricciones externas y ante rasgos endógenos que limitan el desarrollo de la región.  Las restricciones externas incluyen la pérdida de dinamismo y el estancamiento de la demanda por parte del comercio internacional, una mayor incertidumbre respecto de las señales financieras y el acceso a financiamiento, y poca articulación regional frente al reordenamiento global de las cadenas globales de producción de valor.

Los problemas internos incluyen una estructura productiva desarticulada y rezagada, mercados de trabajo con alto nivel de informalidad, bajos niveles de inversión con poca incorporación de progreso técnico, brechas de bienestar y de capacidades, débil gobernanza de los recursos naturales, patrones de consumo con déficit de servicios públicos y altas presiones ambientales y energéticas, junto a un inveterado déficit institucional en materia de regulación, captación y orientación de recursos.

En esta etapa se trata de reorientar las políticas hacia un fuerte dinamismo de la inversión para asegurar una relación virtuosa entre crecimiento, productividad y sostenibilidad ambiental por la vía de la incorporación del conocimiento a la producción y la generación de un alto valor agregado, imprimir mayor inclusión al mundo del trabajo y promover mayor convergencia entre reformas tributarias y políticas sociales, con un claro sesgo redistributivo para reducir las diversas formas de desigualdad que enfrenta la región, equilibrar la expansión del consumo privado con la provisión oportuna de servicios públicos de calidad, lo que facilita mayor cohesión social y sostenibilidad ambiental, e instituir la adecuada gobernanza de los recursos naturales en aras de una mayor diversificación productiva, ambientalmente sostenible y con efectos positivos sobre el empleo y el bienestar.

Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, Lima, 2014

No nos caben dudas, y así lo refirmaremos en nuestro próximo período de sesiones en Lima. Estas propuestas requieren de pactos sociales, iniciativas de horizonte estratégico, de mediano y largo plazo, que involucren a una amplia gama de actores y dinamicen el ejercicio de la ciudadanía. La CEPAL ha elaborado un documento titulado <Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, que plantea los dos grandes retos que enfrenta el desarrollo en América Latina y el Caribe: lograr mayores grados de igualdad y procurar sostenibilidad en la dinámica del desarrollo de cara a las nuevas generaciones. En sus capítulos se resumen las restricciones a la sostenibilidad en materia social, económica, ambiental y de gobernanza de los recursos naturales y los desafíos que estas plantean en las opciones estratégicas de desarrollo; se profundiza el enfoque de igualdad desarrollado por la CEPAL en sus anteriores períodos de sesiones, considerando el mundo del trabajo como un espacio fundamental; se analiza el consumo en su vinculación con las esferas económica, social y ambiental, destacando su potencial expansión del bienestar así como las externalidades problemáticas de sostenibilidad ambiental, de pacto fiscal y de estructura productiva, entre otras, y se expone sobre las dinámicas entre estructuras productivas e instituciones, subrayando cómo la organización eficiente de estas últimas es relevante para maximizar la contribución al desarrollo. Concluye con un conjunto de propuestas de política de mediano y largo plazo que debieran plasmarse en pactos sociales, instrumentos políticos para implementar, en un contexto democrático, las políticas y reformas institucionales que los países de América Latina y el Caribe requieren para responder a la encrucijada en que se encuentran.